La madurez de una democracia no solo se mide por la existencia de elecciones libres o por tener sus instituciones consolidadas, sino también por la actitud crítica, informada y responsable de su ciudadanía: la forma en que vota, la tolerancia (o intolerancia) frente a la corrupción, la capacidad de análisis crítico ante la información política y su reacción frente a la manipulación emocional de los discursos.En el caso de España, aunque las estructuras democráticas están consolidadas (hasta hace poco al menos eso pensábamos), persisten interrogantes sobre la madurez del electorado y su tolerancia hacia prácticas como la corrupción. Y voy a intentar darles respuesta:
🗳️ ¿Votamos con madurez en España?
Diversos estudios indican que la decisión de voto en España no siempre se basa en programas o ideologías sólidas. A menudo se asume que el voto es una decisión racional. Sin embargo, muchos ciudadanos eligen en función de criterios emocionales o superficiales: la apariencia del líder, su habilidad retórica, su presencia en redes sociales o televisión, y las filias culturales.
Un estudio de Thinking Heads sobre la reputación del líder político en España (2025) concluye que la percepción pública —más que el programa electoral— determina la simpatía hacia los candidatos y puede influir significativamente en la intención de voto, a veces por encima de las propuestas concretas o de los resultados que hayan obtenido en legislaturas previas. Thinking Heads
⚖️ Corrupción: ¿una práctica tolerada?
A pesar de los numerosos escándalos de corrupción que han salpicado la política española, muchos ciudadanos continúan votando por partidos implicados. Esto sugiere una cierta normalización de estas prácticas. Según un estudio universitario reciente, la tolerancia a la corrupción ha aumentado en España entre 2017 y 2023, evidenciando una creciente aceptación social de estas conductas .Revistas USCSoriaNoticias
🧠 ¿Refleja el votante la madurez democrática?
La madurez democrática implica una ciudadanía informada, crítica y comprometida. Sin embargo, datos recientes revelan que un 17% de los españoles de entre 18 y 34 años considera que, en algunas circunstancias, un gobierno autoritario es preferible a uno democrático . Esta cifra, en aumento respecto a años anteriores, pone en cuestión la solidez de los valores democráticos entre los jóvenes.ESdiario+1Europa Press+1El País+1ElHuffPost+1
👺 Posverdades: emociones por encima de hechos
¿Cómo influyen las posverdades de los políticos en la ciudadanía?
En la era de la información —y paradójicamente, también de la desinformación— la posverdad se ha consolidado como una herramienta recurrente en el discurso político. Según el Diccionario Oxford, posverdad se refiere a circunstancias en las que los hechos objetivos son menos influyentes en la opinión pública que las apelaciones a la emoción y a las creencias personales.
En esta era digital, la política ha dejado de estar guiada exclusivamente por los datos. La posverdad —cuando la emoción supera al hecho objetivo— se ha convertido en un arma habitual del discurso político.
Según el I Estudio sobre la desinformación en España (Universidad de Navarra y UTECA, 2022), el 72% de los españoles ha creído alguna vez una noticia falsa, y el 91% cree que la desinformación representa una amenaza para la democracia. (Real Instituto Elcano. (2024). Informe Iberifier: El impacto estratégico de la desinformación en España. realinstitutoelcano.org/informe-iberifier).
Además, el Informe Iberifier del Real Instituto Elcano (2024) advierte que los votantes jóvenes son especialmente vulnerables a bulos y relatos emocionales difundidos por redes sociales, sobre todo durante campañas electorales. (Universidad de Navarra y UTECA. (2022). I Estudio sobre la desinformación en España. unav.edu/estudio-desinformacion.pdf).
¿Se cree las posverdades el votante español?
La respuesta, aunque incómoda, es que sí, en muchos casos la ciudadanía acoge la posverdad sin un análisis crítico suficiente. Esto se debe a varios factores:
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Sesgo de confirmación: Las personas tienden a creer afirmaciones que refuerzan sus ideas previas, aunque sean falsas. Un votante de un partido puede dar por buena una mentira si esta beneficia a “los suyos” o perjudica a los adversarios.
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Exceso de información y fatiga informativa: El ciudadano promedio se enfrenta a un volumen abrumador de noticias. En este entorno, lo emocional y llamativo —aunque falso— cala más fácilmente que lo complejo y riguroso.
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Pérdida de confianza en medios y expertos: Según el Eurobarómetro de 2024, más del 60% de los españoles desconfía de los medios tradicionales. Esta desconfianza crea un caldo de cultivo donde las afirmaciones infundadas, repetidas en redes sociales o por líderes carismáticos, pueden adquirir rango de verdad.
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Estrategias deliberadas de los partidos: Algunos políticos han aprendido que la corrección factual no siempre importa. Lo importante es instalar un relato, aunque sea engañoso. Este fenómeno se ha documentado tanto en la izquierda como en la derecha española.
Ejemplos recientes en España
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Declaraciones sobre inmigración exagerando su vinculación con el crimen.
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Afirmaciones falsas sobre el coste de políticas sociales o el déficit del Estado.
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Reescrituras simplificadas (y muchas veces erróneas) del pasado reciente, como los discursos sobre la transición, la memoria histórica o la pandemia.
Consecuencias
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Polarización: Las posverdades no solo desinforman, sino que dividen. Generan realidades paralelas, donde los votantes ya no debaten hechos, sino creencias irreconciliables.
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Desmovilización crítica: Cuando todo es opinable, incluso lo evidente, se diluye el sentido de responsabilidad democrática. ¿Para qué informarse si “cada uno tiene su verdad”?
💩Corrupción: ¿un mal sistémico aceptado?
Una de las paradojas más llamativas de la democracia española es la tolerancia electoral hacia la corrupción. A pesar de que los medios y la justicia han destapado miles de casos —muchos de ellos vinculados a partidos mayoritarios—, no siempre hay castigo en las urnas.
Un estudio universitario reciente (Soler, R. (2025). La tolerancia a la corrupción ha aumentado en España... y este estudio universitario lo demuestra. sorianoticias.com/estudio-corrupcion-espana) revela que esta permisividad puede deberse a un fenómeno cultural: la normalización de la “pequeña corrupción”. Es decir, prácticas como enchufar a un familiar, saltarse una cola, o falsear un justificante, no se ven como delitos sino como “trucos del sistema”. Este patrón podría proyectarse, inconscientemente, sobre la percepción de la corrupción política.
🧩Conclusión: ¿una democracia consolidada o degradada?
España cuenta con una estructura democrática estable y una ciudadanía movilizada, pero la madurez democrática todavía enfrenta desafíos:
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Votantes que eligen sin un análisis riguroso.
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Tolerancia a la corrupción.
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Vulnerabilidad frente a las emociones, bulos y narrativas manipuladoras.
La democracia no solo se defiende con votos, sino con educación cívica, pensamiento crítico y responsabilidad colectiva.
España había logrado consolidar sus instituciones democráticas desde la Transición. Sin embargo, la madurez de su democracia se ve desafiada por una nueva clase política que venía a limpiar todo de fango y ha terminado enfangándolo todo y por una ciudadanía que, en ocasiones, prioriza factores superficiales en su decisión de voto y muestra una preocupante tolerancia hacia la corrupción. Para fortalecer la democracia, es esencial fomentar una cultura política basada en la información, la ética y la participación activa. En caso contrario, considerémomos bolivarianos.