viernes, 9 de mayo de 2025

28 de abril de 2025, 12:33 – El Gran Apagón de España no solo fue eléctrico.

El 28 de abril de 2025, a las 12:33 del mediodía, millones de personas en España quedaron sin electricidad. Fue un apagón súbito que afectó a infraestructuras críticas, viviendas, negocios y hospitales. Aunque la luz volvió en menos de 24 horas, el simbolismo fue inmediato: España ya vivía apagada en otros muchos frentes.

Democracia, economía, sanidad, educación… El corte eléctrico solo evidenció lo que ya sentíamos: una desconexión general, una fatiga de sistema. Lo de ese lunes inolvidable fue un recordatorio brutal y visual: todo puede fallar a la vez.


1. Apagón democrático: el sistema se tambalea aunque haya luz

Aunque el CGPJ ya fue renovado —tras años de bloqueo—, el desgaste institucional sigue presente. La crispación política, la falta de consenso duradero y la judicialización de la vida pública han generado una fatiga democrática evidente.

Ejemplo: La espectacular decisión del presidente del Gobierno de “parar por amor y reflexionar” durante cinco días ante una campaña mediática personal —por legítima que fuera— generó un vacío político sin precedentes. Las instituciones funcionaron, sí, pero lo hicieron con el país en tensión y con la sensación de que cualquier chispa puede provocar un cortocircuito institucional.

El Parlamento se ha convertido en un campo de batalla verbal. El respeto mutuo entre adversarios políticos ha sido sustituido por la descalificación permanente. Y la ciudadanía observa, cada vez más, desde la distancia. Aún más cuando el Presidente del Gobierno dijo que gobernaría sin el poder legislativo, como posteriormente se está confirmando ya que la sede de la soberanía popular es tratada como un simple klinex.


2. Apagón económico: crecimiento sin alivio

A las 12:33 se fue la luz, pero para muchas familias la factura ya era insoportable incluso con ella encendida. Los datos macroeconómicos hablan de recuperación, pero la vida cotidiana cuenta otra historia: sueldos bajos, inflación persistente, alquileres prohibitivos, imposibilidad de compra de viviendas.

Ejemplo: La cesta de la compra se ha encarecido de forma sostenida. Un salario medio ya no basta para cubrir vivienda, suministros y necesidades básicas en muchas ciudades. La juventud sufre una precariedad crónica y muchos titulados siguen marchándose al extranjero ante la falta de oportunidades reales.

Mientras tanto, los beneficios récord de algunas grandes empresas conviven con una clase media cada vez más exprimida. Hay crecimiento, sí. Pero para muy pocos.


3. Apagón sanitario: la urgencia silenciosa

Ese día, los hospitales recurrieron a generadores. Pero la sanidad pública ya venía funcionando con luz de emergencia desde hace años. Los problemas no son nuevos, pero se agravan.

Ejemplo: Las listas de espera para consultas especializadas o intervenciones quirúrgicas superan cifras históricas. La atención primaria está al borde del colapso en varias comunidades. Y los profesionales sanitarios denuncian sobrecarga, falta de inversión y abandono institucional.

La sanidad, uno de los pilares del Estado del bienestar, pierde calidad y accesibilidad. Con profesionales mal pagados y mal tratados. Y lo peor: la brecha entre quienes pueden pagar una póliza privada y quienes no, crece cada día.


4. Apagón educativo: una escuela que funciona con piloto automático

Las aulas también sufrieron cortes de luz aquel 28 de abril, pero lo más preocupante es lo que ocurre aunque estén iluminadas: una educación que cada vez forma menos y uniforma más.

Ejemplo: Las reformas educativas recientes han priorizado la flexibilidad, pero han dejado desorientación en su lugar. La posibilidad de titular con asignaturas suspensas ha debilitado el valor del esfuerzo. Muchos docentes sienten que su trabajo se ha convertido en pura burocracia y gestión del caos.

Los resultados de informes internacionales —como PISA— muestran retroceso en competencias clave. Y el acceso a una educación de calidad sigue dependiendo demasiado del código postal porque la educación pública toca fondo.


Epílogo: ¿Y si el apagón fue un espejo?

A las 12:33, por unos minutos, España se detuvo. Pero quizás lo más inquietante no fue la oscuridad, sino lo que alcanzamos a ver en ella. Que las estructuras que nos sostienen están debilitadas. Que la desconfianza, la precariedad y el agotamiento están demasiado normalizados.

No bastará con reactivar los generadores. Hace falta reconectar con un proyecto de país. Con instituciones más limpias, con políticas que miren al largo plazo, con una economía que reparta, una sanidad que cuide y una educación que forme.

La luz volvió. Pero, ¿y el rumbo?

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