Si alguna vez visitas Córdoba y pides “una copa de vino”, probablemente no recibirás lo que esperas. Porque aquí, una “copa” no es simplemente un vaso de vino: es una medida, una costumbre… y tiene nombre propio. Se llama catavinos.
¿Qué es un catavinos?
El catavinos es una copa pequeña, de cristal fino, alargada y estrecha, que se diseñó originalmente para catar vinos. De hecho, su nombre proviene de “catar” (probar, saborear) y “vinos”. Su forma ayuda a concentrar los aromas del vino y a que llegue al paladar de forma elegante. Tiene una capacidad de unos 90 ml, lo que equivale, en Córdoba, a lo que se llama una copa.
¿Y qué es un medio?
Cuando alguien en Córdoba pide un medio, se está refiriendo a una cantidad mayor: el doble que un catavinos, es decir, unos 180 ml. No tiene nada que ver con un vaso “a medio llenar”, sino que es una medida establecida desde hace décadas en las tabernas de la ciudad.
Estas unidades de medida no son casuales. Están profundamente ligadas a la cultura del tapeo, a la forma de socializar y disfrutar del vino de forma pausada y compartida. Pocas veces verás una copa de vino grande y desbordante en Córdoba: aquí se bebe en pequeñas dosis, con atención y conversación.
Catavinos clásico vs. moderno
Hoy en día existen dos versiones del catavinos:
- El clásico: esbelto, de cristal fino, con tallo. Se asocia a la tradición y a las tabernas más antiguas. Es la copa que usaban los catadores profesionales y que en Córdoba se adoptó como medida habitual en el día a día. Beber en un catavinos clásico es una forma de honrar esa tradición.
- El moderno: más robusto, de vidrio más grueso, a veces sin tallo. Es más resistente y práctico, pensado para un uso más funcional en bares actuales. Mantiene la capacidad, pero pierde parte del encanto visual y ritual del clásico.
En este blog, apostamos por el catavinos clásico, porque creemos que en su sencillez se esconde una forma única de entender el vino y la vida en Córdoba.
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