En el planeta Tierra habita el ser humano. Se desconoce si hay seres humanos en otros planetas. Sin vida el planeta Tierra sería distinto.
Y hay un ser ¿humano?, llamado Vladimir Putin, ex espía de la Staci y de la KGB, instituciones exterminadoras de seres humanos, que se pone el mundo por montera. Y todo el mundo pendiente de él, un loco sin medicación, descontrolado. Un zarista dicen, un comunista más bien. Un imperialista comunista que bombardea una central nuclear, para que reviente, y decir que ha sido el enemigo. Cosas de Putin, cosas del comunismo. ¡Porque él lo vale!. Porque el comunismo es lo que hay.
En Occidente hay gente palmera de Putin. Que es como jalear a un verdugo para que guillotine al condenado lentamente, al ritmo suficiente para que no se seque la sangre derramada. Derramar sangre es el oficio del comunismo, de ahí su bandera roja, teñida con la de más de 100 millones de muertos. Bombardear una central nuclear pone el vello de punta a Putin, disfruta con atemorizar al mundo. Y acribillar a balazos corredores humanos de huída le da un subidón enorme. Piensa en los ratones de su infancia que alimentaba con sopitas de plutonio hasta que se quedaban tiesos. ¡Y flipa!. Y hay gente en Occidente que flipa con él, sus palmeros.
Ayer, 8-M, día del feminismo sectario, de ese que aniquilaría al hombre por el mero hecho de existir, la Ministra podemita de Igualdad intentó cambiar el eslogan “mata más el machismo que el coronavirus” por el “No a la guerra”. Y nuestro Presidente huyendo a Letonia, para no verle los morritos a las féminas igualitaristas. Pone kilómetros de por medio como más le gusta: volando. ¡flipando!.
Putin y sus palmeros. Unos locos de atar.
Javier Montero-P
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