La pandemia por coronavirus en España ha puesto de manifiesto que los expertos pueden ser fantasmas. Al parecer el Comité de Expertos del Gobierno de Sánchez para asuntos pandémicos nunca existió. Lo que traducido resulta que las decisiones tomadas lo fueron gracias a unos políticos que no entienden de infecciones, que no entienden de virus, que no entienden de salud pública. Que solo entienden de intención de voto y de satisfacción de ciudadanos con los líderes (si acaso). Solo hay que tener un portavoz “sanitario” que transmita las directrices políticas. Cantamañanas a los que les encante ser el foco de atención ya que ello alimenta su ego y lo infla pues de otra forma hubieran seguido hundidos en la mediocridad en la que la mayoría de los mortales estamos inmersos.
Estos expertos fantasmas también están presentes en las 17 Comunidades Autónomas y dos ciudades autónomas que merced a la Constitución española conforman aún nuestras Españas. Comités de expertos que no deciden nada, que solo siguen directrices políticas. Y prueba de ello es que días previos a la reunión de un Comité de expertos COVID-19 el consejero de turno adelanta sus conclusiones y las medidas a tomar. Y nunca se equivoca. La reunión del Comité de Expertos concluye letra a letra la proclama vaticinadora y adivinadora del consejero. ¡Ni que tuviera una bolita mágica!.
Pero los Expertos (con mayúscula inicial) no se limitan solo al ámbito sanitario. También están los Expertos económicos. Así, nuestra actual ministra de Hacienda y Función Pública, andaluza y armonizadora de impuestos, montó en su momento su propio Comité, eligiendo grano a grano como el cafetero Juan Valdés hacía allá en Colombia para que cada mañana nosotros podamos degustar nuestra sabroso cafetito con aroma a cafetal. Se denomina pomposamente Comité de personas expertas para la reforma del sistema tributario. Este grupo de trabajo inició sus trabajos en Abril de 2021 con el objetivo de analizar el sistema para mejorar su eficiencia, garantizar los recursos públicos y adaptarlo a los retos del siglo XXI. Y tenía el mandato de la ministra de poner especial énfasis en la fiscalidad medioambiental, la imposición en sociedades, la tributación de la economía digital y la armonización patrimonial. ¡Casi nada!. Esto traducido al lenguaje de la calle es ¡vamos a crear impuestos que ahora no existen, y subir aquellos que se puedan".
Ayer, 3 de Marzo de 2022, la señora ministra recibió el Libro Blanco que recoge las sugerencias de dicho comité tras casi un año de arduo y duro trabajo. Mejor dicho, de lo que queda del comité. Porque algunos miembros han puesto tierra de por medio por disconformidad con las pretensiones de la ministra del ramo de una subida importante de impuestos a los contribuyentes y las injerencias políticas sufridas. Es decir algunos granos de café han dicho que no querían ser protagonistas del sabor del cafelito que a su costa se iba a beber la armonizadora, siempre al alza, ministra de Hacienda. Así, que el Libro Blanco es en realidad un libro gris, y esperemos que no sea el Libro Negro.
Así que, señores políticos pongan expertos para luego hacer lo que quieran. ¡Tanto experto para nada!.
Javier Montero-P
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