viernes, 11 de julio de 2025

Los que mandan sin salir en la foto: así funciona la política de las sombras en España

Cuando hablamos de poder político, pensamos en los rostros conocidos: presidentes, ministros, portavoces, diputados. Sin embargo, en los pasillos, despachos cerrados y chats cifrados se mueve otro tipo de poder, más silencioso pero no menos influyente: el de los asesores, cargos de confianza y jefes de gabinete. Personas que no han sido elegidas por nadie, pero que muchas veces deciden más que aquellos que sí pasaron por las urnas.

¿Quiénes son los que realmente influyen?

Los asesores políticos son una figura necesaria en cualquier gobierno. Pero en España, su proliferación ha convertido lo que debía ser un apoyo técnico en una estructura paralela de poder. Algunos se reparten entre ministerios, partidos, grupos parlamentarios y hasta empresas públicas. Su número exacto es difícil de rastrear: el propio Congreso ha evitado ofrecer cifras desglosadas más de una vez.

Los más influyentes escriben los discursos, deciden qué preguntas se responden y cuáles no, controlan las ruedas de prensa, negocian en nombre de sus jefes, elaboran borradores de leyes e incluso intervienen en estrategias judiciales. Y todo esto sin control democrático, sin comparecencias, sin responsabilidad directa.

Un sueldo blindado y opaco

Muchos de estos asesores ganan sueldos que superan los 80.000€ o 90.000€ al año, con escasa fiscalización. Están fuera del Estatuto del Empleado Público. Su nombramiento y cese depende exclusivamente del político al que sirven, lo que refuerza la lealtad personal por encima de la competencia o la ética.

En algunos casos, se colocan asesores que han sido rechazados por las urnas, imputados o vinculados a escándalos, bajo el cómodo paraguas del “cargo de confianza”.

El problema de fondo: las puertas giratorias del asesorado

Otro fenómeno preocupante es el reciclaje: un asesor puede ser hoy jefe de gabinete de un ministro, mañana pasar a una consultora privada y volver en un par de años con otro partido. Así, se pierde cualquier noción de neutralidad y se refuerza una red clientelar y endogámica donde los de siempre acaban mandando, pase lo que pase en las elecciones.

¿Y los medios? Bien, gracias

Pocas veces se habla de ellos en prensa. No porque no existan, sino porque muchos colaboran directamente con periodistas, filtran información o incluso negocian titulares. Algunos medios acaban contratando ex asesores como “analistas políticos”, cerrando así el círculo del poder invisible.

¿Y ahora qué?

Revisar, auditar y limitar el poder de los asesores no es una cuestión técnica. Es una cuestión democrática. La transparencia no puede aplicarse solo a los cargos públicos visibles. Porque los que mandan sin dar la cara también gobiernan, también condicionan, también hacen país. Y lo hacen sin rendir cuentas.

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