En pleno corazón de Europa, a escasos kilómetros del Congreso de los Diputados y los centros de poder económico de España, el aeropuerto de Madrid-Barajas se ha convertido en el hogar forzado de decenas de personas sin techo. No hablamos de pasajeros varados por retrasos ni mochileros low-cost, sino de seres humanos que han hecho de las terminales su única opción de vida. ¿Cómo hemos llegado aquí? ¿Y por qué nadie está hablando de esto con la seriedad que merece?
🧊 El síntoma de un sistema frío
Barajas es ahora un refugio silencioso, con bancos como camas, baños públicos como duchas y cafeterías como únicas fuentes de calor. La mayoría de estas personas sin hogar no están allí por elección, sino por expulsión: de los precios del alquiler, de las listas de espera de servicios sociales, de los albergues saturados, y, en muchos casos, del propio país que les prometió una vida digna. Muchos son migrantes en situación irregular o solicitantes de asilo desbordados por la lentitud del sistema.
🤝 ¿Quién está detrás (o más bien, quién no está)?
Este fenómeno no es nuevo, pero ha crecido de forma alarmante desde 2022. Las ONGs como Cáritas, Médicos del Mundo o Fundación RAIS han alertado de la situación, pero la Administración se pasa la pelota entre el Gobierno central, la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento. Nadie asume plenamente la competencia. Ni AENA, la empresa pública gestora del aeropuerto, ni Interior, ni Servicios Sociales, ni Inmigración.
Todo el mundo mira, pero nadie actúa.
💼 ¿Quién “gestiona” a los sin techo en Barajas?
La realidad es aún más cruda: nadie los gestiona formalmente. Algunos sobreviven gracias a la solidaridad espontánea de trabajadores del aeropuerto, taxistas o personal de limpieza que llevan bocadillos o mantas. En paralelo, se ha empezado a hablar de mafias que los “ordenan” dentro de las terminales, reparten espacios y hasta piden “peajes” para no ser desplazados por la policía o por otros grupos. Un submundo sin ley, donde la miseria es moneda y la dignidad, un lujo.
📰 El tratamiento mediático: superficial y estigmatizante
Cuando los medios hablan de ellos, lo hacen desde la anécdota: “Un centenar de sin hogar duerme en Barajas”, sin profundizar en el fracaso sistémico que hay detrás. Sin investigar cómo el aeropuerto más importante del país se ha convertido en símbolo de exclusión urbana. En vez de preguntar por qué están allí, se plantea cómo “sacarlos” para no incomodar la imagen turística.
Barajas no es su hogar. Es lo único que les queda.
El aeropuerto es un símbolo de progreso, movilidad y modernidad. Ver a personas sin hogar vivir allí debería avergonzar a un país que presume de crecimiento económico y récord de turistas. Y debería encender todas las alarmas políticas.
No podemos permitir que los no deseados sean simplemente “reubicados” fuera del campo de visión. Si hay personas viviendo en Barajas, no es por elección. Es porque la ciudad les ha dado la espalda, y el Estado ha mirado hacia otro lado.
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